Un Septiembre después

¡¡Buenísimos días a todos!!

¡Tras el parón de las vacaciones vuelvo con las mismas ganas, o más si cabe, que antes! Hemos estado en contacto por algunas redes sociales, como Facebook o Instagram, pero no a través de este querido blog que tantas satisfacciones me produce. He estado de vacaciones en el sentido más extenso de la palabra y no he hecho nada de lo que hago cuando no lo estoy 😉 No he perdido un segundo y me he apuntado a todos los planes que me han ido surgiendo. No importaba que estuviera cansada, ¡ya dormiría al día siguiente! Poder disfrutar del tiempo es algo realmente  nuevo y deslumbrante para mí. Una sensación fabulosa a la que no estoy acostumbrada y que no he dejado de valorar ni un solo día. Después de pasar años de oposición  pegada a un cronómetro, ahora soy yo la ladronzuela que le roba tiempo al tiempo… Pero lo cierto es que, después de tanta actividad, el cuerpo me empieza a pedir rutina y  tranquilidad.  Por ello hoy elijo cambiar una salida al monte por unas horas de relax y reflexión haciendo uno de mis planes preferidos: escribir, meditar y darle al cuerpo el descanso que necesita. Se ha ganado a pulso el sello de maestro y merece toda mi atención.

Quería escribir una entrada a modo de bienvenida al nuevo curso, que para mí, comienza en septiembre.  Es esa época en la que realmente me planteo, y materializo, cómo quiero que sea mi año. Cierro etapa con el verano y a continuación pongo sobre la mesa todos los sueños, ilusiones y proyectos que quiero cumplir en los próximos meses.

En la nueva agenda de este curso anoté: “entrenar con el equipo Grasshopper para retomar el deporte aeróbico que necesito hacer, estudiar inglés, hacer mis prácticas de coaching, dar lo mejor en el trabajo, cuidarme mucho, seguir escribiendo y contar mil cosas que aún me quedan sobre el cáncer, ayudar en lo que pueda…” Propósitos que me dan escalofríos si echo la vista atrás tan solo un año y veo lo tantísimo que han cambiado mis proyectos desde entonces.

En septiembre de 2016 mi propósito fundamental  era encarar el último tratamiento que me quedaba para acabar con el cáncer, la radioterapia, y oír de boca de mi oncólogo que todo había terminado. Nada más y NADA MENOS. Asimismo tenía la idea de escribir un blog contando mi experiencia, y un año después aquí estoy,  “limpia”, y narrando las vueltas que da la vida desde este blog que creé y que tanto quiero.

Fue justo en esta época de nuevos deseos, con un boli y un papel en un avión volviendo de Grecia, cuando me lancé a escribir la primera entrada, que no llegó a ver la luz pues se fueron colando acontecimientos que preferí compartir en el momento en sucedían, pero que guardé con el cariño que guarda un padre el primer diente de su hijo.

Y hoy, un septiembre y mil historias después, quiero mostrar «desde Grecia con amor» (así la bauticé) para honrar a mi yo de hace un año, aunque eso lleve consigo repetir mi presentación.

¡Ahí tenéis mi primer diente!

«Kalimera! (buenos días en griego)

Me llamo Teresa, tengo 32 años y cáncer desde hace uno, bueno, en realidad ya no… ¡lo tengo liquidado! Tras haber pasado por el tratamiento de quimioterapia (de diciembre a junio) y dos cirugías (junio y julio), solo me queda la radioterapia. Entre aquéllas y ésta se me ha quedado, por primera vez en 9 meses, un mesecito libre. LIBRE  es una palabra demasiado sencilla de pronunciar para todo lo que significa. Para mí es libertad en el sentido más básico y puro: poder hacer con mi vida lo que me dé la gana. Un mes libre de vías, de quimios, de curas y drenajes, de ingresos y bajadas de defensas, de inyecciones, de pruebas, de operaciones… ¡y hasta de peluca!

Agosto, mes en el que inicialmente iba a recibir radioterapia a diario en mi querida ciudad, Murcia, «qué hermosa eres», sí… pero en agosto mejor verte en fotos no vaya a ser que entremos en combustión. Y por caprichos de la vida, lo que empezó siendo una mala noticia (tenían que operarme por segunda vez) ha hecho que gire la rueda y se retrase la radioterapia. Después del bajón correspondiente, empecé a pensar cómo podía yo sacarle partido a eso. De repente, ¡lluvia de ideas y chute de energía! Estábamos en pleno verano y hacía demasiados años que no tenía vacaciones (antes del cáncer, venía de una enclaustrada vida de opositora a  Judicatura en la que, básicamente, solo estudias y el único sol que ves es el que dibujan los niños), y ahora, paradójicamente, estaba enferma pero sí podía tener ese sol real, la playa, tiempo para disfrutar del amor, amigos, familia… ¡¡y sobre todo muchas ganas!! ¡¡ Lo tenía todo!!! También tenía cáncer,sí, pero eso… también.  No era lo único. Sin duda era lo más grave y preocupante en ese momento, lo que podía seguir condicionando mi existencia, pero sentía que yo soy mucho más que un puñado de células locas dando por saco y que, por primera vez desde que me dieron el diagnóstico podía hacer lo que quisiera. Y eso hice. El cáncer no me lo iba a fastidiar. Un abanico de posibilidades se dibujó en mi mente y me cautivó: levantarme y ver el mar, paseos por la playa, cenas veraniegas, pasar una semana en la fresca y bella  Asturias en casa de mis tíos… ¡la cosa se iba poniendo interesante! El colofón final fue conocer, a los dos días de la demoledora noticia, que las vacaciones de mi marido coincidían con el viaje de unos amigos a Atenas. Yo llevaba mucho tiempo queriendo ir a Grecia, concretamente soñaba con ir a las  Islas griegas, y lo vimos claro…nos lo merecíamos más que nunca, sería el broche de oro a un año de lo más caótico y encima era nuestro primer aniversario de boda. ¡Sí señor, nos lo habíamos ganado! Nos iríamos a Atenas unos días y luego seguiríamos por las idílicas Islas Griegas. No me lo podía creer, el karma pagaba su deuda conmigo.

Con esta maravillosa e inesperada casualidad que me ha brindado la vida este verano voy empezar mi primer post. Y quiero hacerlo no en un espacio cualquiera… sino desde las nubes, soñando con todo lo  bueno que está por venir este año. ¡Ya siento muy cerca el principio del FIN!

No en cualquier lugar…sino dentro de un avión. Toda la vida me ha aterrado volar, sin embargo, en este vuelo tengo una grandiosa sensación de indemnidad que me tiene descolocada.  Estoy convencida de que si este año no me han matado ni el cáncer ni la quimio, no lo va a hacer ahora un aparato con alas. Me da la risa y hasta me permito disfrutar de la travesía por primera vez desde que tengo uso de razón. Hoy no hay miedo, sólo un inmenso agradecimiento por este viaje caído del cielo que me ayuda a volver a la etapa final cargadita de energía.

Y vuelvo a ella no de cualquier manera… sino muy feliz, con el cuerpo fuerte y el espíritu alegre. El mismo  que me impulsa a empezar este blog.»

Leo esta entrada de hace tan solo 1 año y alucino con la increíble capacidad que tiene nuestra mente para adaptarse a las más variopintas circunstancias, asimilando la realidad de cada momento y construyendo los proyectos que necesita en cada instante para nutrirse de felicidad.

Me apetecía mostrar el antes y el después de mis propósitos del septiembre pasado, para que juntos veamos, como si de una película se tratase, que la vida son etapas que al final pasan (las buenas, y las malas también), y que en el tránsito de esas etapas los sueños, a veces, se cumplen…

Un año después estoy feliz por haberlos logrado, pero sobre todo me siento orgullosa al comprobar que, por muy complicado que pueda parecer el objetivo, siempre hay motivos para sonreír por el camino. Y si alguna vez se hace demasiado difícil apreciar esos motivos, al menos tengamos la seguridad de que esa etapa TAMBIÉN pasará.

Y tú, ¿qué le pides a este curso?

Pensándolo bien, me quedo sin duda con estos propósitos….

¡Y hasta aquí la entrada de hoy! Os digo adiós deseándoos un estupendísimo fin de semana, y qué mejor manera de hacerlo que dedicaros este súper temazo de Queen:

¡¡¡DON´T STOP ME NOW!!!

¡¡YA ESTAMOS EN MARCHA!! ¡¡BIENVENIDOS!!

¡¡Y QUE NADA NOS PARE!!

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