El desconocido cáncer después del cáncer

¡Muy buenas a todos!

Hace poco hemos “celebrado” el Día Mundial Contra el Cáncer y quería contaros algo que me ha pasado por haber tenido un cáncer y que no tiene nada que ver con pruebas, médicos, revisiones ni hospitales…pero sí es un efecto secundario del cáncer que duele casi más que los propios de la enfermedad.

Cuando terminé con mis tratamientos oncológicos de quimioterapia, cirugías y radioterapia y me dijeron que estaba limpia (hace dos añitos ya) dejé pasar unos pocos meses hasta que me encontré con fuerzas física y psicológicamente para incorporarme al mundo laboral.

Como conté en su día en la entrada http://mamalavida.com/despues-del-cancer-preparados/,después de preparar la oposición de Judicatura durante bastantes años y de pasar por un cáncer, lo último que me apetecía era volver a encerrarme, así que decidí cerrar la etapa de la oposición y ejercer como abogada, que es un trabajo muy dinámico, humano y social que también podía darme muchas satisfacciones. ¡Y así es!

Conseguí pronto trabajo en un despacho. Como primer requisito tenía que darme de alta en el colegio de abogados como ejerciente y, para ello, a su vez, tenía que acogerme a algún sistema de cobertura social: seguridad social, régimen especial de trabajadores autónomos (RETA) o el sistema alternativo al RETA que ofrece la Mutualidad de la Abogacía. Este último es el sistema al que se acogen la mayoría de los abogados, sobre todo jóvenes, con coberturas y prestaciones similares a las de los autónomos pero con una cuotas de  25 euros al mes el primer año, lo que es bastante más asequible para una persona que empieza con un sueldo, normalmente, humilde.

En ese primer trabajo no tenía alta en la seguridad social (sorprendente pero desgraciadamente frecuente en este mundillo),  por lo que sólo me quedaban las dos últimas opciones, y ante las sangrantes cuotas del  Régimen Especial de Autónomos, elegí, lógicamente,  la Mutualidad de la Abogacía.  

 ¡Ya estaba tranquila! Tenía cobertura ante contingencias sociales y laborales y estaba poniendo en marcha todo el engranaje necesario para que la rueda de mi vida laboral empezara a girar con normalidad y ya nunca más se detuviera.  ¡Y muy feliz! Pues veía que era capaz de construir mi vida después de la buena  sacudida del señor cáncer.

Tenía la sensación de que, poco a poco, todo iba colocándose en su lugar. ¡Qué ilusión y qué bonita la vida! Notaba que me quedaba mucho por hacer y estaba muy predispuesta a montarme en el carro de la vida y hacerlo. Con esa buena disposición, me fui quitando el traje de enferma y colocándome la capa de superviviente que sale volando para colarse en el mundo cotidiano.

Estando yo en esa pompa de ilusión y satisfacción con mi retorno a la nueva vida  y habiendo transcurrido ya unos meses desde que solicité mi alta como mutualista, me llamaron por teléfono de la Mutualidad de la Abogacía para hacerme un cuestionario de salud anunciándome que era el protocolo habitual.  

A todas las preguntas contesté con sinceridad. He estado siempre más sana que una manzana y mis antecedentes familiares son un 10 en salud. Y después del cáncer, gracias a Dios, he recuperado mis fuerzas y no tengo ninguna secuela que me impida trabajar.

¿Ha tenido usted tal enfermedad o tal otra? ¿Tiene problemas de este tipo o este otro? Todo era que no… Hasta que llegó la pregunta concreta y dije que sí: “he tenido un cáncer de mama.” ¿Y qué tratamientos le han dado? “16 sesiones de quimioterapia, cirugía conservadora y 33 sesiones de radioterapia. Pero eso ya terminó, ahora no tengo cáncer y solo tomo un tratamiento hormonal.”

Sabía que aquello me pasaría factura y  que me subirían la cuota de la Mutualidad de la Abogacía, o quizá excluyeran de mi póliza las coberturas para el riesgo de cáncer de mama, o incluso para cualquier tipo de  cáncer… Pero lo que nunca alcancé a imaginar es lo que ocurrió. 

Dos meses después me llegó una carta de la Mutualidad de la Abogacía que decía en dos escuetas líneas que tenía excluidas las siguientes coberturas:

Incapacidad temporal, incapacidad permanente y fallecimiento.

                Es decir, ¡no me cubrían NADA DE NADA! Ni una baja por una gripe, una neumonía  o por un lunar, ni unas lesiones por accidente de tráfico o  por accidente laboral,  ni el fallecimiento por cualquier razón del mundo posible aunque no fuera por un cáncer. Daba igual lo que me pudiera ocurrir, leve o grave, y daba igual que no fuera un cáncer, la Mutualidad nunca respondería ante mí de nada que me pasara.

Me quedé blanca al leer la carta y no daba crédito. ¡Yo estaba genial y ya no tenía cáncer! Sólo quería trabajar y seguir mi vida con normalidad en esta sociedad y lo primero que me encontraba era una patada y una discriminación de tres pares de narices.

Llena de rabia, tristeza, impotencia y dolor pero con mucha fe en el sentido de la justicia y en la sensatez que entiendo debe imperar en las cabecitas humanas, llamé a la Mutualidad  de la Abogacía con la esperanza de encontrar una solución. La respuesta fue negativa y además me llevé un regalito: “debería estar agradecida de que me dejaran ser mutualista”, me dijeron. ¿Perdone? ¿Para qué quiero yo ser mutualista si no me van a cubrir nada?

Aquello significaba que no me echaban pero que no me cubrían, y eso sólo servía para que pudiera hacer allí un plan de  jubilación, de las coberturas por bajas y fallecimiento me olvidaba… Pero por supuesto, sin ningún tipo de reducción en las cuotas a abonar, las cuales no dejaron de cobrarme en ningún momento.

Fui también al Colegio de Abogados a exponer lo que me estaba ocurriendo con aquella Mutua. Intercedieron pero la Mutua se negaba y se aferraba a que yo seguía teniendo la opción de hacerme autónoma en el RETA si quería…  Evidentemente, si la Mutua me excluye TODAS las coberturas posibles, no es que tenga la opción de hacerme autónoma, es que no tengo más remedio que hacerlo si no quiero quedarme con una mano delante y otra detrás si alguna vez necesitaba cogerme una baja por cualquier cosa que me ocurra.  Pero no quería hacerme autónoma, ¡yo estaba sana y quería tener los mismos derechos que el resto de mis compañeros!

Pasó un año  más y todas  mis revisiones médicas salían perfectas. Mi  oncólogo plasmó en un informe este hecho y yo pedí a la Mutua que replantearan la situación con base en ese informe médico favorable. Respuesta de la Mutua: NEGATIVA, de nuevo.

Esto no podía quedar así, ¡quería seguir moviéndome para acabar con esta discriminación! Pero el desamparo  social en el  que me encontraba era una realidad. Y por muy duro y muy triste que me pareciera, no podía seguir expuesta sin ningún sistema que me cubriera ni un solo rasguño, así que, ahora sí, me vi en la obligación de adscribirme al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos al que tanto me había resistido;  ya vería más adelante qué podía hacer con la Mutualidad, aparte de darme de baja de inmediato.

                Esta es mi historia después de superar un cáncer. Mis revisiones médicas salen bien, tengo fuerza, alegría y muchas ganas de seguir con mi vida. Y os puedo asegurar que lo hago.  Sigo  caminando hacia adelante, saboreando la vida bella, soy optimista y pienso que al final todo rueda, y así es como lo experimento.  Tengo salud, familia y trabajo, ¡todo marcha bien y me siento muy afortunada! Pero no por ello  vale todo.

No puedo  mirar hacia otro lado al vivir situaciones como ésta o al enterarme de otras similares que ocurren en distintas esferas sociales a otros  pacientes o  ex pacientes de cáncer, muchas veces agravadas si no tienen apoyo familiar o recursos económicos suficientes, generándose  situaciones de verdadera discriminación y desamparo legal.

Esto “EL CÁNCER DESPUÉS DEL CÁNCER”, señores, y ese, por ahora, NO SE CURA.  

Por eso quiero que el mundo sepa que estas cosas pasan, porque el conocimiento nos permite reflexionar y la reflexión nos invita a actuar.

Yo, desde luego,  haré todo lo que esté en mi mano para ayudar a acabar contra esta enfermedad, incluyendo a este sutil y silencioso tipo que es el cáncer después del cáncer.

Entre todos conseguiremos que algún día no haga falta celebrar el Día Mundial Contra el Cáncer.

Para despedirme os dejo entonando esta canción del gran Michael Jackson:

«Don´t stop ´till you get enogh»! (¡No pares hasta que tengas suficiente!) https://www.youtube.com/watch?v=yURRmWtbTbo

Muchas gracias por leerme.

¡¡¡FELIZ VIDA!!!