El diagnóstico y alguna que otra reflexión

¡Buena tarde de lunes!

¿Cómo se presenta la semana? La mía con muchas ganas de tener este momento para volver a escribir, así que 100 % carpe diem.

Terminé el post anterior (“¿Cómo descubrí mi cáncer?«) contando que por fin, gracias a una muy feliz e inesperada circunstancia (¡iba a casarme!), tuve tiempo para ir al ginecólogo a que me explorara. Tras hacerme una ecografía me dijo que lo más probable es que fuera un fibroadenoma (algo benigno), que no me preocupara aunque quería estar pendiente y ver su evolución. Por lo tanto, que disfrutara de la boda, de esa etapa tan bonita que estaba viviendo y que a la vuelta del viaje de novios acudiera de nuevo a su consulta.

No parecía alarmante y tenía la excusa perfecta para no preocuparme en vano: ¡me casaba con un margen de 3 meses! Era poco tiempo y quería disfrutar al máximo cada detalle; que nada nos quitara esa enorme ilusión. Y así, tan felices y radiantes como ajenos a la realidad, nos dimos el “sí quiero”, en la salud y en la enfermedad. Y nos fuimos de viaje de novios…y montamos la casa… y veraneamos… y estábamos en una pompa de felicidad…y volví a estudiar con nuevos proyectos…y volví al ginecólogo.

A partir de ahí mi recuerdo es una sucesión de imágenes en modo cámara súper rápida, que tienen como punto de partida un grito involuntario del médico al oír mi hipotética idea de que “el bulto había crecido un poco”. Fue el pistoletazo de salida de una carrera de fondo cuyo segundo paso fue acudir al especialista radiólogo, quien, a la vista de nuevas ecografías y mamografías, me practicó una biopsia.

(Me parece interesante detenerme en comentar este tipo de pruebas. Lo haré en la siguiente entrada para que ésta no se haga muy pesada).

La biopsia tardó una semana en estar lista. En esos días no podía evitar plantearme que fuera cáncer, pero automáticamente lo descartaba. Razonaba, como si esto tuviera alguna lógica, que yo no tenía ningún antecedente familiar y, además, era demasiado joven. Prefería pensar en el mencionado fibroadenoma que, aunque sonara mal, ¡sonaba muchísimo mejor! Algo benigno, otro bulto más de los de toda la vida que se estaba yendo un poco de madre. ¡Hay que ver hasta qué punto se protege la mente! Impresionante.

El resultado de la biopsia me lo dio mi querido, amable y humano cirujano: carcinoma ductal infiltrante. No lo había oído nunca pero no me hacía falta, la expresión del médico hablaba por sí sola. Acto seguido llegó la parte más clara aunque menos comprensible: cáncer de mama. El cirujano me explicó con mucha calma y cercanía qué era y cómo iban a tratarlo. Me darían quimioterapia para reducirlo y, posteriormente, si todo iba bien, procederían a extirparlo mediante cirugía. Como broche final, la radioterapia. ¡El pack completo, vamos!

¡Un momento! Resonaron en el aire dos palabras a las que atendí  con 10 sentidos:  ”BUENAS”, “NOTICIAS”. La primera bondad es que intentarían no quitarme el pecho, es decir, hacer una cirugía conservadora  de la mama en lugar de una mastectomía, aunque para eso tenía que funcionar la quimioterapia. La segunda buena nueva es que mi cáncer era hormonal (receptor de estrógenos positivo, en chino). Es decir, que cuando acabara con el pack completo triple combo (quimio, cirugía, radio) tenía la gran suerte de  poder seguir tratándome con pastillas inhibidoras de estrógenos (que también tienen sus efectos) para evitar recaídas. “¿Buenas noticias?” ¡En ese momento la ciencia y yo no manejábamos el mismo diccionario! Después ha resultado que sí.

Me quedé pasmada con lo que parecía estar entendiendo… ¿CÁNCER YO? ¡Imposible, era muy joven y estaba fuerte y sana! ¿¡JUSTO AHORA!? ¿¡A CUENTO DE QUÉ!? Que acaben ya con esta broma o que se pare el mundo, ¡que yo me bajo!

No tuve prácticamente capacidad de reacción (en las sucesivas consultas ya cogí carrerilla…) y lo único que alcancé a preguntar fue:

YO-“¿Se me va a caer el pelo?”

C-Sí, con un 99 % de probabilidad. Y pensé que quizá yo estaría en ese 1%…(¡Qué bonica yo!)

Yo-¿Cuál es el porcentaje de supervivencia?

C-No me gusta dar porcentajes genéricos porque todas las fases y tipos de cáncer no pueden agruparse, han de estimarse por separado. Pero si tuviera que juntar todos los casos de cáncer de mama: un 50 %. Me pregunté acojonada en qué mitad “me tocaría” estar; y ya no hablé más.

Hasta aquí el diagnóstico de manera cuasi objetiva. Digo cuasi porque son momentos de mucha tensión y nuestra mente protectora usa más filtros que Instagram. Lo que va sin filtro son las dos reflexiones con las que me despido hasta el próximo post:

1-Cuestión de perspectivas. El hecho de estar recién casada, de comenzar una nueva vida con mi marido y que a los 4 meses me diagnosticaran un cáncer puede verse como algo muy triste. Pero lo cierto es que nosotros vimos, ( y aún hoy vemos) en ese arranque de casarnos después de tantos años, en ese subidón, en esa ilusión y en esa alegría de vivir juntos, la clave para afrontar con fuerza y optimismo lo más inesperado que hubiéramos podido imaginar.

Moraleja: que no ocurra nunca, pero si ha de ocurrir, que te pille fuerte y feliz.

2-Acompañantes en este duro trago. Es muy importante sentirte arropada. Ante todo, gracias por estar ahí. No es fácil para nadie, lo sabemos. Cada posición es igualmente compleja y no hay varita mágica que la haga cambiar. Pero si me permitís un pequeño consejo: mejor no hablar por hablar. Mejor no empuñar conceptos como “hay que luchar mucho”, “no hay que rendirse”. Estamos en un punto muy muy lejano a todo eso. Diría que a lo sumo vamos por la “C” de cáncer o seguimos en la “B” de biopsia. Es pronto para colocarnos esa espada pues aún no sabemos ni hacia dónde dirigirla. Para pelear hace falta algo de rabia y en ese momento solo tienes miedo. No se espera ninguna palabra que lo arregle, con estar es suficiente. Este comentario lo hago extensivo a todas las personas con las que hablas del nuevo bombazo de tu vida. Hecha la reflexión, algo mucho más importante: sabemos que todo lo hacéis con la mejor de las intenciones y que no es fácil. Aunque la persona no quiera hablar, ese calorcito le llega, lo siente y se agradece.

Gracias por llamar, gracias por ese whatsapp, gracias por estar pendientes.

¡A continuación os dejo un pensamiento con el que estoy muy de acuerdo! Nosotros sabemos mejor que nadie lo que nos hace bien y lo que no…Solo tenemos que pararnos un poquito y escucharnos. 

 

Y para despedirme, un regalito. Una canción súper especial para mí pues con ella entramos al restaurante el día de nuestra boda. ¡ME ENCANTA!

«FAITH», DE GEORGE MICHAEL.

¡¡¡¡QUE LA DISFRUTÉIS TANTO COMO YO Y TENGÁIS MUY BUENA SEMANA, GENTE GUAPA!!!!

6 opiniones en “El diagnóstico y alguna que otra reflexión”

  1. Me ha encantado! De hecho, este blog y cada post, engancha! La frescura y la gracia con la que te expresas, la claridad con la que trasladas; llegas al alma!
    Muy buenas reflexiones, pero que muy buenas 👍🏼 GRACIAS♥️

    1. ¡GRACIAS A TI, PRECIOSA! Un honor que lo recibas así. De transmitir se trata y son tantas cosas…¡que espero no dejarme nada importante! Gracias de corazón, tu opinión la tengo siempre muy en cuenta. ¡UN BESO MUY FUERTE!

  2. Teresa me encanta como te expresas y como redactas con esa gracia y frescura que sólo tienen los grandes corazones como el tuyo. Yo tb fui diagnosticada de un carcinoma dúctal infiltrante por lo que me identifico con tu relato. Ánimo luchadora sigue así con esa fuerza y energía.

    1. Hola Adela. Me alegro muchísimo de que te esté gustando el blog. Valoro mucho todas las opiniones, pero especialmente la de aquellas personas que también habéis pasado o estáis pasando por ésto. ¡Muchísimas gracias por tus preciosas palabras y ánimo para ti también! Seguimos en contacto. ¡Que tengas un día estupendo!

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